En el siglo XII se concretaron cambios
fundamentales en la sociedad de la época: el comienzo de las Cruzadas y el incremento demográfico,
entre otros motivos, influyeron en el incremento del comercio y el desarrollo de las
ciudades. La economía seguía teniendo su base fundamental en el campo dominado
por el modo de
producción feudal, pero los excedentes de su producción se
canalizaban con mayor dinamismo que en la Alta Edad Media. Aunque todavía no se
estaba produciendo una clara transición
del feudalismo al capitalismo y los estamentos privilegiados
(nobleza y clero) seguían siendo los dominantes, como lo fueron hasta la Edad
Contemporánea, los burgueses (artesanos, mercaderes, profesionales liberales y
hombres de negocios) comenzaban a tener posibilidades de ascenso social.
La Iglesia,
protagonista de ese tiempo, también se vio influida por la nueva riqueza: no
eran pocas las críticas a algunos de sus ministros que se preocupaban más por
el crecimiento patrimonial y sus relaciones políticas de conveniencia.
Debido a ello, diversos
movimientos religiosos surgieron en rechazo a la creciente opulencia de la
jerarquía eclesiástica en esa época, o se dedicaron a vivir más de acuerdo con
los postulados de una vida pobre y evangélica.7 Algunos de ellos medraron
afuera de la institución y vivieron a su manera; tales movimientos fueron
condenados hasta el punto de considerarlos herejes. Los cátaros, por ejemplo, predicaban entre
otras cosas el rechazo a los sacramentos, las imágenes y la cruz.8 Otras organizaciones como la
creada por San Francisco de Asís y Santo Domingo de
Guzmán, por el contrario, nacieron bajo sumisión a la autoridad
católica y fueron conocidas con el nombre genérico de "los monjes
mendicantes". Este movimiento logró que la mayoría de la Iglesia se
alejase de la opulencia, algo que tornaría en el siglo XIV.
Francisco de Asís nació bajo el
nombre de Giovanni. Sus padres fueron Pietro Bernardone dei Moriconi y Donna
Pica Bourlemont, provenzal; tuvo al
menos un hermano más, de nombre Angelo.9 Su padre era un próspero
comerciante de telas que formaba parte de la burguesía de Asís y que viajaba
constantemente a Francia a las
ferias locales. Entre algunas versiones, fue la afición a esta tierra por lo
que su padre lo apodó después como Francesco o el francesito;
también es probable que el pequeño fuera conocido más adelante de este modo por
su afición a la lengua francesa y los cantos de los trovadores.10
Francisco recibió la educación
regular de la época, en la que aprendió latín. De joven se caracterizó por su vida
despreocupada: no tenía reparos en hacer gastos cuando andaba en compañía de
sus amigos, en sus correrías periódicas, ni en dar pródigas limosnas;11 como cualquier hijo de un
potentado tenía ambiciones de ser exitoso.
En sus años juveniles la ciudad
ya estaba envuelta en conflictos para reclamar su autonomía del Sacro
Imperio. En 1197 lograron
quitarse la autoridad germánica, pero desde 1201 se enfrascaron en otra guerra
contra Perugia, apoyada por los nobles desterrados
de Asís. En la batalla de Ponte San Giovanni, en noviembre
de 1202, Francisco fue hecho prisionero y estuvo cautivo por lo menos un año.12
Desde 1198 el pontificado se
hallaba en conflicto con el Imperio, y Francisco formó parte del ejército papal
bajo las órdenes de Gualterio
de Brienne contra los germanos.13
De acuerdo con los relatos, fue
en un viaje a Apulia (1205)13 mientras marchaba a pelear,
cuando durante la noche escuchó una voz que le recomendaba regresar a Asís. Así
lo hizo y volvió ante la sorpresa de quienes lo vieron, siempre jovial pero
envuelto ahora en meditaciones solitarias.
Empezó a mostrar una conducta de
desapego a lo terrenal. Un día en que se mostró en un estado de quietud y paz
sus amigos le preguntaron si estaba pensando en casarse, a lo que él
respondió: Estais en lo correcto, pienso casarme, y la mujer con la que
pienso comprometerme es tan noble, tan rica, tan buena, que ninguno de vosotros
visteis otra igual.14 Hasta ese momento todavía no
sabía él mismo exactamente el camino que había de tomar de ahí en adelante; fue
después de reflexiones y oraciones que supo que la dama a quien se refería era
la Pobreza.
El punto culminante de su
transformación se dio cuando convivió con los leprosos,
a quienes tiempo antes le parecía extremadamente amargo mirar.15 Se dedicó después a la
reconstrucción de la capilla de
San Damián. Según los relatos, lo hizo después de haber visto alcrucifijo de
esta iglesia decirle: Francisco, vete y repara mi iglesia, que se está
cayendo en ruinas.16 Entonces decidió vender el
caballo y las mercancías de su padre en Foligno, regresó a San Damián con lo ganado
y se lo ofreció al sacerdote, pero este lo rechazó.
Su padre, al darse cuenta de la
conducta de su hijo, fue enojado en su búsqueda, pero Francisco estaba
escondido y no lo halló. Un mes después fue él mismo el que decidió encarar a
su padre. En el camino a su casa, las personas con que se encontró lo
recibieron mal y, creyéndolo un lunático, le lanzaron piedras y lodo.
Francisco ante las autoridades
eclesiales
Su padre le reprendió
severamente, tanto que lo encadenó y lo encerró en un calabozo.17 Al ausentarse el airado padre
por los negocios, la madre lo libró de las cadenas. Cuando regresó, fue ella
quien recibió las reprimendas del señor de la casa, y fue otra vez en búsqueda
del muchacho a San Damián,
pero Francisco se plantó con calma y le reafirmó que enfrentaría cualquier cosa
por amor a Cristo. Pietro Bernardone, más preocupado
por lo perdido de su patrimonio,17 acudió a las autoridades
civiles a forzarlo a presentarse, pero el joven rehusó hacerlo con el argumento
de no pertenecer ya a la jurisdicción civil, por lo que las autoridades dejaron
el caso en manos de la Iglesia.
Francisco se sometió al llamado
de la autoridad eclesial. Ante el requerimiento de devolver el dinero frente a
su padre y al obispo de Asís, de nombre Guido, no
sólo lo hizo, sino que se despojó de todas sus vestimentas ante los jueces,
proclamando a Dios desde ese momento como su verdadero Padre. Ante esto, el
obispo lo abrazó y le envolvió con su manto.18
Comienzos de la orden
No se sabe con certeza cuántas
iglesias en ruinas o deterioradas reconstruyó; entre ellas, a la que más estima
tenía era la capilla de laPorciúncula (“la partecita”, llamada
así porque estaba junto a una construcción mayor).
Allí fue donde recibió la
revelación definitiva de su misión, probablemente el 24 de febrero de 1208,19 cuando escuchó estas palabras
del evangelio: No lleven monedero, ni bolsón, ni sandalias, ni se
detengan a visitar a conocidos... (Lc., 10).20 Así, cambió su afán de
reconstruir las iglesias por la vida austera y la prédica del Evangelio.
Después de someterse a las burlas de quienes lo veían vestido casi de trapos,
ahora su mensaje era escuchado con atención, y al contrario de otros grupos
reformadores de la época, el suyo no era un mensaje de descalificaciones ni
anatemas.
En unos meses sus discípulos eran
once: Bernardo di
Quintavalle, Pedro Catani, Gil, Morico, Bárbaro, Sabatino, Bernardo
Vigilante, Juan de San Constanzo, Angelo Tancredo, Felipe y Giovanni de la
Capella.21
Bajo la pobreza que Francisco
predicaba y pedía, los frailes hacían sus labores diarias atendiendo leprosos,
empleándose en faenas humildes para los monasterios y casas particulares, y
trabajando para granjeros. Pero las necesidades cotidianas hacían la colecta de
limosna inevitable, labor que Francisco alentaba con alegría por haber elegido
el camino de la pobreza. Comenzó también la expansión del mensaje evangélico, y
para ello los estimuló a viajar de dos en dos.22
Audiencia ante el Papa para la
aprobación de la regla
Hacia abril o mayo de 1209,23 Francisco se decidió a
presentarse ante el papa Inocencio III, para que le aprobara la
primera regla de la Orden. Con ese fin, él y
sus acompañantes emprendieron el viaje a Roma.
Fue bajo la intervención del
obispo Guido de Asís como pudo tener audiencia con el Papa. Éste y
ciertos cardenales objetaban
el programa franciscano por el peligro de crear otra organización nueva, debido
a los movimientos anticlericales de la época y a la falta de una mínima base
material de la orden; pero bajo la influencia del cardenal Juan de San Pablo y
su apoyo, Francisco pudo tener una nueva audiencia para que se considerara la
aprobación de su hermandad de pobres.
El Papa por fin aprobó la regla
verbalmente, al convencerse de que la ayuda de un hombre como Francisco
reforzaría la imagen de la Iglesia con su prédica y su práctica del Evangelio.
No se conoce el contenido de esta primera regla.24 Fue por esta época (seis años
después de su conversión según Celano)25 cuando fundó, junto a Clara de Asís, la llamada segunda orden.
Rivo Torto
Camino de vuelta a Asís, él y sus
acompañantes se ubicaron en un lugar llamado Rivo Torto, donde consolidaron sus
principios de vivir en la pobreza, conviviendo entre los campesinos locales y
atendiendo a leprosos; desde entonces se hacían llamar a
sí mismos Hermanos Menores o Frailes Menores (el
nombre fundacional de la congregación es Ordinis Fratrorum Minorum,
abreviado O.F.M.).
Después de la estadía en Rivo
Torto, buscó una sede para su orden; para ello pidió la ayuda del obispo Guido,
pero no consiguió respuesta favorable. Fue un abad benedictino del Monte Subasio quien le ofreció la
capilla de laPorciúncula y
un terreno adyacente (propiamente la partecita, la
porcioncita). Francisco aceptó, pero no como un regalo, sino que pagaba
como renta canastas con peces.26
Crecimiento y expansión
Francisco dando un sermón a las
aves, según fresco de Giotto en la
Basílica dedicada al santo.
Dentro del ánimo de la época de
los viajes hacia el Este, hizo un intento de ir a Siria para
la expansión del Evangelio en la tierra de los llamados «infieles». Esto sucedió probablemente a finales del
año 1212 y nuevamente dos años más tarde,
pero ambas empresas se frustraron.27
Antes de 1215 el número de
frailes se había incrementado, no sólo en Italia sino en el sur de Francia y en los reinos de España. Viajaban los franciscanos de dos en
dos y convivían con la gente común; además, establecían ermitas en las afueras de las ciudades.28
Concilio de Letrán
Durante el Concilio de Letrán de
1215, la organización adquirió un fuerte estatus legal; en ese año se decretó
que toda nueva orden debía adoptar la Regla de San Benito o
la de San Agustín.
Para los Frailes Menores no hubo necesidad de esto, por haber
sido aceptados seis años antes (aunque de palabra y no oficialmente). En este
concilio el Papa Inocencio III tomó
la letra Tau como
símbolo de conversión y señal de la cruz;29 de ahí en adelante el poverello fue
devoto de este símbolo.30
En esa época, el cardenal Hugolino les ofreció a él y
a Domingo de Guzmán la
posibilidad de formar cardenales de las filas de sus órdenes. Francisco, según
las crónicas de Tomás de Celano,
acorde con sus principios respondió: «Eminencia: mis hermanos son llamados
frailes menores, y ellos no intentan convertirse en mayores. Su vocación les
enseña a permanecer siempre en condición humilde. Mantenedlos así, aún en
contra de su voluntad, si Vuestra Eminencia los considera útiles para la
Iglesia. Y nunca, os lo ruego, les permitáis convertirse en prelados.»31
Indulgencia en la Porciúncula
Bajo el pontificado de Honorio III en 1216,
se promovió la indulgencia plenaria
a favor de todo aquel que visitara la iglesia de Santa María de los Ángeles de
Porciúncula. Obtuvo Francisco esa gracia del Papa para que la peregrinación se
realizara una vez al año, pero bajo fuerte oposición, puesto que pocos lugares
podían disfrutar de tan alto privilegio.32
Desde el año 121733 organizó capítulos en el que
los Frailes Menores se reunían para intercambiar experiencias;
para la organización apropiada de los territorios en que los frailes se habían
dispersado, organizó también provincias de evangelización.34
Viaje a Oriente
Hacia el capítulo de 1219,
la orden tuvo sus primeras disensiones respecto de las normas de pobreza
dictadas por Francisco. Algunos persuadieron al cardenal Hugolino para que hablara con
él, a fin de que la orden fuera dirigida por hermanos «más sabios»35 y de acuerdo con reglas como
la de San Benito, a lo que el poverello se opuso recalcando la
forma de vida de humildad y simplicidad.35 La innovación que brotó de
este encuentro fue la organización de misiones a las llamadas «tierras paganas».
En 1219 se
embarcó hacia el oriente, pasando por Chipre, San Juan de Acre y Damieta en el delta del Nilo, donde loscruzados estaban bajo la orden del
duque Leopoldo
VI de Austria. Allí, Francisco los previno de que había sido
alertado por Dios de que no realizaran ningún ataque; ante sus palabras, los
soldados se burlaron de él. El resultado de la siguiente batalla fue un
desastre para los cruzados.36 Continuó su estadía y el
aprecio hacia su persona crecía, incluso algunoscaballeros abandonaron las armas para
convertirse en frailes menores.37
Tomó como misión la conversión de
los musulmanes. Para ello se acompañó del
hermano Illuminato para adentrarse en esas tierras; al encontrarse con los
primeros soldados sarracenos fue
golpeado, pero inmediatamente pidió ser llevado ante el sultán de Egipto al-Malik al-Kamil.
Según las crónicas de Buenaventura,
el poverello, en su afán de convertirlo al cristianismo, invitó a
los ministros religiosos musulmanes a entrar con él en una gran fogata
(equivalente a una ordalía o prueba
del fuego), para así demostrar qué religión era la verdadera; losmulás rehuyeron la propuesta.
Francisco ofreció entrar solo y retó al Sultán a que, si salía ileso, se
convertiría al cristianismo e incitaría a su pueblo a hacerlo; el príncipe
rechazó también esa posibilidad. Al final, sus pretensiones se frustraron.38 En reconocimiento, el sultán
de Egipto entregó a Francisco un cuerno de marfil finamente tallado que habría
oficiado de pasaporte en tierras musulmanas y que se conserva en la Basílica de
Asís. Tiempo después, Francisco obtuvo del sultán al-Mu'azzam de Damasco, hermano de al-Malik, permiso sólo
para visitar Siria y Tierra Santa.39
Crisis y reorganización
La orden, durante su ausencia,
sufrió una crisis: hubo disensiones, falta de organización y desacuerdos con la
ruda vida diaria. El rumor sobre la muerte de Francisco en el Oriente dio pie a
implantar reformas, entre ellas ciertas medidas disciplinarias, ayunos e
incluso la institución de una casa de estudio en Bolonia; muchos consideraron estos cambios
contrarios a la idea original del fundador. Enterado de estos sucesos,
Francisco fue ante el Papa Honorio III y le rogó que designara
al cardenal Hugolino para
reorganizar la orden.40
Las nuevas disposiciones tuvieron
un nuevo Ministro General, Elias Bombarone, y una nueva regla, la de 1221 (Regla
no bulada) que entre otros temas trató el año de noviciado, la prohibición del
vagabundeo y de la desobediencia ante órdenes contrarias a los principios
franciscanos.41
La tercera orden
Ante el incremento de las
vocaciones y el peligro de inclusión de gente de dudosa vocación espiritual,
nació la llamada Tercera
Orden, para permitir a hombres y mujeres laicosvivir el evangelio tras las huellas
de Francisco. Obtuvo su estatus legal en 1221 también
con la ayuda del cardenal Hugolino. Es en posteriores escritos como se rescata
su contenido, porque el original se perdió. Consistía de trece capítulos en los
que se reglamentaba la santificación personal de los terciarios, su vida social
y la organización de la nueva fraternidad.42
Bajo influencia nuevamente de
este cardenal, la orden reabrió el convento de Bolonia para el estudio, a pesar
de la convicción de Francisco de la primacía de la oración y la prédica de los
Evangelios por sobre la educación formal.43
La regla definitiva
Bajo la insistencia de ministros
de la orden, fue obligado a redactar una nueva regla, ya que ciertos opositores
a la entonces vigente consideraban que le faltaba consistencia y definición, y
que eso le impedía obtener una definitiva aprobación del Papado. Nuevamente
aceptó las exigencias. Para ello se retiró dos veces a la ermita de Fonte
Colombo cerca de Rieti, a redactar una definitiva regla bajo
ayuno y oración.44 El 29 de noviembre de 1223,
con otra participación del cardenal Hugolino, la regla tuvo su forma definitiva45 y fue aprobada por el Papa
Honorio III.
Navidad en Greccio
Terminada la labor de aprobación
de la regla definitiva, Francisco decidió retornar a Umbría. Debido a la cercanía de la Navidad, a la que él tenía especial
aprecio, quiso celebrarla de manera particular ese año de 1223;
para ello convidó a un noble de la ciudad de Greccio, de nombre Juan, a
festejar el nacimiento de Jesucristo en una loma rodeada de árboles y llena de
cuevas de un terreno de su propiedad.
Pretendió que la celebración se
asemejara lo más posible a la natividad de Jesús, y montó un pesebre con animales y
heno; pobladores y frailes de los alrededores acudieron a la misa en
procesión. Allí el poverello asistió como diácono y predicó
un sermón. Aunque no fue la primera
celebración de este tipo, es considerada un importante evento religioso, una
fiesta única.46
Francisco asistió en junio
de 1224 a lo que fue su último capítulo
general de la orden. Hacia principios de agosto decidió hacer un viaje a un
lugar aislado llamado Monte Alvernia, a unos 160 kilómetros al norte de Asís;
escogió para este viaje a algunos de sus compañeros: León, Angelo, Illuminato,
Rufino y Masseo, a quien el poverello puso al mando del grupo.
Estando en la cima, fue visitado
por el conde Orlando, quien llevaba provisiones a los hermanos. Francisco le
pidió construirle una cabaña a manera de celda, donde después se aisló. La
oración ocupó un lugar central en la vida de Francisco; para ello buscaba la
vida eremítica, el silencio y soledad interior. Reforzaba sus plegarias
postrándose, ayunando, e incluso, gesticulando.
En ese lugar, León fue testigo de
los actos de su soledad: lamentos por el futuro de la orden y estados de éxtasis.
Al saber que era espiado, decidió irse a un sitio más apartado en una saliente
de montaña. En la fiesta de la Asunción Francisco
decidió hacer un ayuno de cuarenta días.
Por órdenes del poverello,
León lo visitaba dos veces para llevarle pan y agua. Según los relatos que
recogieron los testimonios de León, éste fue testigo de la aproximación y
alejamiento de una bola de fuego que bajaba del cielo; por este prodigio,
Francisco le comentó que algo grande estaría por ocurrir.47 Le hizo abrir tres veces el
misal para encontrar respuesta, y las tres veces se abrió en la historia de
la Pasión de Jesús.
Probablemente el 14 de septiembre de 1224,47 oró para recibir dos gracias
antes de morir: Sentir la pasión de Jesús, y una enfermedad larga con una
muerte dolorosa. Después de intensas oraciones, entonces en un trance profundo
—según relato de San Buenaventura48 — el mismo Nazareno se le
presentó, crucificado, rodeado por seis alas angélicas, y le imprimió las
señales de la crucifixión en las manos, los pies y el costado; posteriormente,
sus hermanos vieron los estigmas de Francisco, que él conservó por el resto de
su vida.49 Sin embargo, Francisco -al
igual que otros santos estigmatizados- hizo todo lo posible para ocultarlos a
la vista de los demás por considerarse indigno, no del dolor que sentía, sino
de ser portador de las señales de la Pasión de Cristo.50 Por eso, fue desde entonces
con las manos metidas entre las mangas del hábito, y con los pies cubiertos por
medias y zapatos.
Retornó a la Porciúncula acompañado sólo por León;
en su camino hubo muestras de veneración al estigmatizado, aparentemente su
acompañante hacía saber a todos acerca del prodigio.51 Mientras tanto, su salud —que
desde mucho tiempo antes nunca fue buena del todo— empeoraba: El sangrado de
sus heridas lo hacía sufrir constantemente. En el verano de 1225 pasó
un tiempo en San Damián bajo el cuidado de sus allegados.
Fue durante esta temporada cuando
compuso el Cántico de las
criaturas, que hizo también cantar a sus compañeros.52 Se encaminó luego a Rieti,
rodeado del entusiasmo popular por tocarlo o arrancar algún pedacito del
paupérrimo sayo que vestía, y se instaló en el palacio del obispo. Después se
hospedó en Fonte Colombo, donde fue sometido a tratamiento médico, que incluyó
cauterizar con un hierro ardiente la zona desde la oreja hasta la altura de la
ceja de uno de sus ojos; según los relatos, Francisco no sintió dolor al
«platicar» con el fuego para que no lo dañara.53 Otro intento para ser tratado
por renombrados médicos fue hecho enSiena, sin buen
resultado.
Deseó volver a la Porciúncula a
pasar sus últimos días. Arribó a Asís y fue llevado al palacio del obispo y
resguardado por hombres armados, puesto que la localidad estaba en estado de
guerra.54 En su lecho escribió su
Testamento.15 En sus últimos momentos
entonó nuevamente su Cántico al Hermano Sol —al que agregó un
nuevo verso dedicado a la hermana Muerte— junto a Angelo y León.55
De acuerdo con su último deseo,
fue encaminado a la Porciúncula, donde se estableció en una cabaña cercana a la
capilla. Murió el 3 de octubre de 1226 a
la edad de 44.
Así relata San Buenaventura la
verificación de las llagas de Francisco después de su muerte:
Al emigrar de este mundo, el
bienaventurado Francisco dejó impresas en su cuerpo las señales de la pasión de
Cristo. Se veían en aquellos dichosos miembros unos clavos de su misma carne,
fabricados maravillosamente por el poder divino y tan connaturales a ella, que,
si se les presionaba por una parte, al momento sobresalían por la otra, como si
fueran nervios duros y de una sola pieza. Apareció también muy visible en su
cuerpo la llaga del costado, semejante a la del costado herido del Salvador. El
aspecto de los clavos era negro, parecido al hierro; mas la herida del costado
era rojiza y formaba, por la contracción de la carne, una especie de círculo,
presentándose a la vista como una rosa bellísima. El resto de su cuerpo, que
antes, tanto por la enfermedad como por su modo natural de ser, era de color
moreno, brillaba ahora con una blancura extraordinaria. Los miembros de su
cuerpo se mostraban al tacto tan blandos y flexibles, que parecían haber vuelto
a ser tiernos como los de la infancia. Tan pronto como se tuvo noticia del
tránsito del bienaventurado Padre y se divulgó la fama del milagro de la
estigmatización, el pueblo en masa acudió en seguida al lugar para ver con sus
propios ojos aquel portento, que disipara toda duda de sus mentes y colmara de
gozo sus corazones afectados por el dolor. Muchos ciudadanos de Asís fueron
admitidos para contemplar y besar las sagradas llagas. Uno de ellos llamado
Jerónimo, caballero culto y prudente además de famoso y célebre, como dudase de
estas sagradas llagas, siendo incrédulo como Tomás, movió con mucho fervor y
audacia los clavos y con sus propias manos tocó las manos, los pies y el
costado del Santo en presencia de los hermanos y de otros ciudadanos; y resultó
que, a medida que iba palpando aquellas señales auténticas de las llagas de
Cristo, amputaba de su corazón y del corazón de todos la más leve herida de
duda. Por lo cual desde entonces se convirtió, entre otros, en un testigo
cualificado de esta verdad conocida con tanta certeza, y la confirmó bajo
juramento poniendo las manos sobre los libros sagrados.56
Al día siguiente, el cortejo
fúnebre se encaminó hacia San Damiano y después a San Giorgio, donde fue
sepultado.57 Fue canonizado el 16 de julio de 1228.
Sus restos se encuentran en la Basílica
de San Francisco en Asís.58
NOTAS
- ↑ a b Franciscanos.org (fecha
de fallecimiento de Giovanni de Bernardone).
- ↑ a b Franciscanos(santoral franciscano).
- ↑ a b Santoral Católico: San Francisco de Asís (4 de octubre).
Ewtn.com.
- ↑ Enciclopedia Católica: San Francisco de Asís
- ↑ Leonardi, C. (2000). «Francisco
de Asís». En Leonardi, C.; Riccardi, A.; Zarri, G. Diccionario de
los Santos. Madrid: San Pablo. p. 830.ISBN 84-285-2258-8.
«[...] en 1259 (Francisco) consigue unirse a los cruzados en Oriente y
hablar en Damieta con
el sultán Malik al-Kamil. El sentido de estos viajes emprendidos
evidentemente por un ardiente deseo de convertir a los musulmanes, también
nace de la crítica implícita a ciertos métodos de la caballería y por
tanto de las cruzadas; en la Regla
no bulada (en el c. 16) se dice explícitamente que la conversión
de los infieles es ante todo obra de buen ejemplo, prudencia e
inmolación.» Recibe el nombre de Regla no bulada la
escrita por Francisco en 1221, que no estaba sometida a la aprobación de
la curia romana.
- ↑ Montes de Oca, Francisco
(1977), Introducción a «Florecillas de San Francisco de Asís»,
Ed. Porrúa S.A.: México, pág. LVI.
- ↑ Montes de Oca, Francisco, pág.
XVI.
- ↑ Montes de Oca, Francisco, pág.
XXVI.
- ↑ Englebert, Omer (1979), St.
Francis of Assisi, A Biography, Servant Books: EUA, pág. 11.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 12.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 15.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 21.
- ↑ a b Montes de Oca,
Francisco, pág. XLI.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 27.
- ↑ a b Testamento de Francisco de Asís.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 33.
- ↑ a b Englebert, Omer, pág. 35.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 36.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 43.
- ↑ Lehmann, Leonardo (1998), Francisco,
maestro de oración, Editorial Franciscana Aránzazu: Guipúzcoa.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 45.
- ↑ Englebert, Omer, págs. 49–51.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 62.
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- ↑ Englebert, Omer, pág. 109.
- ↑ Englebert, Omer, págs. 88–89.
- ↑ Englebet, Omer, págs. 126–127.
- ↑ Englebert, Omer, págs. 128–129.
- ↑ Lehmann, Leonardo, pág. 219.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 142.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 145.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 152.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 157.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 158.
- ↑ a b Englebert, Omer, pág.
173.
- ↑ Englebert, Omer, págs. 174–175.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 175.
- ↑ Englebert, Omer, págs. 177–178.
- ↑ Engleber, Omer, págs. 177–180.
- ↑ Englebert, Omer, págs. 182–186.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 180.
- ↑ Englebert, Omer, cap. 15.
- ↑ Englebert, Omer, cap. 16.
- ↑ Englebert, Omer, págs. 218–219.
- ↑ Regla
bulada A.
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- ↑ a b Englebert, Omer, pág.
242.
- ↑ San Buenaventura: Leyenda mayor de San Francisco,
13–15.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 243.
- ↑ Royo Marín, Antonio (2001). Teología
de la Perfección Cristiana. Biblioteca de Autores Cristianos.
p. 1040. ISBN 978-84-791-4128-8.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 248.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 252.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 256.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 260.
- ↑ Englebert, Omer, pág. 268.
- ↑ San Buenaventura (1998
[original en 1262]). «Directorio Franciscano: Vida de San Francisco de
Asís-Textos de San Buenaventura e ilustraciones de Giotto». En
José Antonio Guerra. Leyenda Mayor de San Francisco.
Biblioteca de Autores Cristianos (BAC 399), Madrid. Consultado el 1 de
febrero de 2011.
- ↑ Englebert, Omer, págs. 273–274.
- ↑ www.franciscanos.org.
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